
En 1939 empezó a desarrollarse el ordenador electromecánico de propósito general Harvard Mark I (Conocido también bajo el nombre de Mark I) en la sede de IBM. Esta misma empresa puso sobre la mesa el dinero, los técnicos y el lugar de trabajo, sin embargo, todo estaba dirigido por Howard Aiken. De forma clara se podía deducir que la inspiración de este ordenador estaba basada en la máquina analítica de Charles Babbage, que fue diseñada 100 años antes pero nunca llegó a ser construida.
Funcionaba con relés y podía ser programado con interruptores. Usaba señales electromagnéticas para mover todo lo mecánico y de esa forma sus cálculos se ralentizaban tardando 3 o 5 milisegundos en realizarlos. Era capaz de resolver cálculos complejos de ecuaciones sobre el movimiento parabólico, podía ser programado para diferentes tipos de problemas, era por eso que se le decía un ordenador de propósito general.

Aunque podía ser programado, su capacidad para programar era limitada y únicamente se podía escoger entre los algoritmos pre-programados.
A pesar de que usaba una gran cantidad de componentes eléctricos, bastantes de las piezas fundamentales del ordenador Mark I eran mecánicas. En el panel frontal se encontraban más de 1400 llaves giratorias con la función de visualizar los valores de los registros que el programa necesitaba para ejecutarse. Una parte de su memoria estaba constituida por 72 registros capaces de acopiar números de hasta unos 23 dígitos. El ordenador usaba los 0 para indicar que un número era positivo y los 9 para indicar que era negativo.

Sin duda, el Mark I fue una de las partes que marcó un antes y un después en la historia de los ordenadores.

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